lunes, 14 de noviembre de 2022

Cola de Gusano

La primera vez que vi a Cola de Gusano, cerca de las vías del tren, era un mediodía caluroso. Tendría unos tres meses, caminaba despacio y con la cabeza gacha, como un barco a la deriva. La llamé con la voz y los gestos, me recorrió con ojos vacíos sin verme y  me siguió las dos cuadras que faltaban hasta la casa solo porque no dejé de hablarle.
Famélica y deshidratada, tardó un poco en acostumbrarse a los humanos y al cariño. Creció la luz en su mirada y luego empezó a ladrar (sabido es que los animales abandonados o maltratados no se comunican); el apodo lo recibió porque era la mar de cómico verle mover el escaso rabo que tenía y que algún inmaduro/inmoral le había rebanado (los perros mueven la cola no porque están contentos sino para ser reconocidos)
Elsa era una de esas figuras anecdóticas que tienen todos los pueblos pequeños; poco favorecida en la vida o el amor, era soltera y su casa siempre estaba llena de gatos a los que quería y trataba como a hijos. Aunque era un poco extraña, parloteaba y olía mal, nadie se burlaba de ella abiertamente porque era educada y amable con todos y se mantenía sola. Ya fuera invierno o verano, recorría las calles del barrio con un carrito ofreciendo los más variados artículos, desde ollas hasta cosméticos, que la gente compraba por lástima o compasión.
Ambas se adoraron mutuamente en el instante en que se conocieron. A partir de ese día y sin pedir permiso (ni a mí ni a los gatos) se convirtieron en mejores amigas y desde la mañana hasta la noche iban y venían juntas; la una porque se sentía menos sola ya que los gatos, como se sabe no siguen a sus amos- y la otra siempre siguiendo el incesante parloteo de la vieja.
Cola de Gusano se hizo así una asidua visitante. Ella y la vieja, la vieja y ella. Alegres recorrían todas las calles del pueblo, se cuidaban mutuamente y se convirtieron en un item. 
Cola de gusano un buen día desapareció. Nunca supimos si algún auto la atropelló o si algún perro la atacó ofendido porque le atravesara el territorio. Nunca volvió. 
Quizás retornó al lugar de donde vino, quizás recorre un cielo con calles infinitas.
La vieja lloró en silencio su pérdida y al poco tiempo murió; quizás de pena.