Muchas veces por las tardes me distraigo pensando cómo escapar; la estrategia es simple: podría correr por el lado oeste de la muralla (el menos protegido, creo) cruzando el lugar donde muchos de mis compañeros se juntan a jugar baloncesto (yo pese a ser veloz no tengo la altura suficiente) y cual pelota rebotar, impelerme y trepar hasta alcanzar el lado opuesto del muro y con él la libertad.
También me he encontrado muchas veces idealizando el salir, como todos, en alguna de las furgonetas que se acercan cada semana a traernos víveres, ropa donada o algo así.
Cuando recién entré me daba por pensar si no sería al revés; que los muros nos protegen a nosotros de ellos. De los que están afuera.
Una vez dentro me procuré la protección de un grupo. Todos sin excepción tienen su líder -el matón- y cuatro o cinco que obedecen. A algunos les da por hacerse tatuajes o cosas así; pero yo no soy de esos.
Una vez dentro me procuré la protección de un grupo. Todos sin excepción tienen su líder -el matón- y cuatro o cinco que obedecen. A algunos les da por hacerse tatuajes o cosas así; pero yo no soy de esos.
Lo importante creo, es que te dejen tranquilo. O al menos así me pasó a mí, que para no tener problemas, entré en el grupo de los que consiguen cosas de afuera (cigarrillos y otras bagatelas).
Nadie te molesta si te creen necesario.
La rutina es siempre la misma, levantarnos a las 7 e ir al comedor a desayunar: pan y mate cocido; mate cocido y pan, para luego empezar con las tareas del día. La distribución de tareas corresponde al celador más viejo. Nos separan en grupos rotativos: limpieza, lavandería, herramientas, trabajos con madera o metal.
Los comunicados -cuando hay alguno- se hacen también por la mañana, donde nos formamos en hileras -para no generar disturbios- y siempre bajo estricta vigilancia. Vigilancia que se acentúa cuando alguna autoridad se hace presente.
Luego el almuerzo; guiso o sopa caliente en invierno, guiso o sopa fría en verano. Por la tarde un poco de estudio: algo de literatura o matemáticas (nadie vaya a decir que somos unos brutos) excepto los viernes que son más variados con actividades "libres" -así le llaman ellos- algunos se cuentan chistes, otros juegan a las cartas y eso.
Por la noche después de cenar -si es que nos hemos portado bien- nos dejan ver alguna peli de acción o aventura. Siempre las mismas, ya me las conozco de memoria. Para volver a empezar todo igual al día siguiente. Si mantenemos una buena conducta nos dejan salir los fines de semana, cada uno a su casa.
Algunos dicen que la escuela no está tan mal después de todo.
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